viernes, 14 de octubre de 2016

MARI Y SUGAAR (LA DIOSA Y EL DRAGÓN)

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El dragón (del latín draco, y este del griego δρακων, drakon, “víbora” o “serpiente de gran tamaño, o serpiente de agua”, que probablemente viene del verbo δρακεῖν “ver claramente”) es un ser mitológico que aparece en diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados.

En función de las diversas culturas que lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como dios o guardián, o como monstruo y poderoso enemigo. El mito de la existencia de los dragones en nuestra tierra se sustenta en una diversa cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas  en toda la Peninsula Iberica.

Los dragones ibericos y occidentales tienen por lo general apariencia de un gran lagarto o cocodrilo, con alas, aliento de fuego, cuernos y gran ferocidad.  Se le atribuyen cualidades y habilidades tales como ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento o pecar de gran avaricia y codicia que le conduzca a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros. También se les relaciona con el agua, pero de modo destructivo con inundaciones catastróficas a su paso.  Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha ido variando y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo de la historia. En Occidente actualmente es casi siempre concebido como una criatura malvada, poderosa y cruel, estereotipo extraído tanto de las antiguas leyendas como de las más modernas películas.  Son, en general, peligrosos, e incluso se les relaciona directamente con el demonio. En el Libro de Job se describe al monstruo marino Leviathan con características propias del dragón, el cual es llamado “Rey de las Bestias”.

Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón, que aparece en el Apocalipsis, del apóstol Juan, y en otras tradiciones posteriores. En el arte cristiano del Medievo simboliza el pecado y al aparecer bajo los pies de los santos y mártires representa el triunfo de la fe y los reinos cristianos sobre el diablo.
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A diferencia también de los mas beneficos para la humanidad como son los dragones orientales, los dragones occidentales han sido cazados o destruidos según casi todas las leyendas. Para matar a un dragón hace falta una lanza de hierro. Es muy probable que el primer hierro que conocieron los humanos procediese de meteoritos, y, puesto que estos caen desde el cielo, se creía que su origen era celestial y por tanto  contaba con el poder para destruir el mal.
“Hubo un gran combate en los cielos. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya lugar en el Cielo para ellos. Y fue arrojado el Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él.”   Nuevo Testamento, Apocalipsis (12,7-9)
 San Miguel se batió con el demonio dragón y lo expulsó del cielo, pero el más famoso aniquilador de dragones es San Jorge. Según la leyenda, hace unos dos mil años vivía en un lago un dragón terrorífico que exigía sacrificios humanos. Por casualidad (o por suerte) pasó  San Jorge por el lugar en que habían atado y abandonado a su suerte a la hija del rey para aplacar las exigencias del malvado dragón. En este punto encontramos diferentes versiones de lo que allí aconteció. La primera y tal vez la más contada es que el héroe mató al dragón clavándole una lanza y en el charco de sangre que se formó en el suelo de la mortal herida, creció un rosal de rosas rojas, símbolo del amor del santo y la princesa (en Catalunya el 23 de abril se celebra la festividad de Sant Jordi en la que las damas reciben de sus amados una rosa roja)
san-jorge
La leyenda de San Jorge y el dragón, muestra la otra faceta del dragón en la mitología clásica de la época caballeresca: el dragón como guardián que custodia o secuestra princesas en sus castillos.

La lucha entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte –o el nacimiento– de un orden universal. De todos modos, ese papel no se aleja del de guardián, que implica la espera y el mantenimiento de un orden que preludia una reinvención del universo o el descubrimiento de un lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.

Para los celtas, el dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos.  Creían que los dragones eran criaturas del mundo paralelo, y que su poder y presencia afectaba a la tierra. El camino de los dragones era fundamental para descubrir la corriente de energía telurica. Si había un punto que el dragón cruzaba seguido, un punto donde los caminos se cruzaban o uno donde el dragón paraba a descansar, éstos se convertían en lugares de poder.
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El Dragón Lusitano. Trebaruna, diosa del hogar, las batallas y la muerte es una divinidad lusitana poco conocida pero bastante importante en la provincia de Cáceres, en la zona de Galicia y en la Beturia portuguesa, por detrás de los dioses Ataecina y Endovélico. Trebaruna esta relacionada con el dragón lusitano representado como un dragón verde con cola serpentina. Los lusitanos usaban canoas hechas de cuero, o de un tronco de árbol y adornaban las proas de sus barcos esculpiéndolas en forma de dragón. Parece ser que éste símbolo era portado por los lusitanos contra los romanos quedando como legado en la simbología portuguesa. También entre los conquistadores celtas de Britania fue símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra, convirtiéndose en un símbolo heráldico y luego militar. El dragón lusitano se convirtio en una criatura marina tan común en la iconografía portuguesa como lo serían en Francia el águila napoleónica, o el león entre los emblemas ingleses.  Presente en la corona del rey Jaime I , el dragón es también uno de los principales símbolos heráldicos de Cataluña y del País Valenciano, zona ibérica por excelencia. .
Escultura de un dragón en la Fuente de la Cascada del Parque de la Ciudadela, Barcelona. Fuente : Wikipedia
En Barcelona puedan observarse multitud de dragones artisticos de todos los tamaños, representados como cocodrilos, serpientes, lagartos, salamandras, reptiles, dragones y saurios en general. Escultura de un dragón en la Fuente de la Cascada del Parque de la Ciudadela, Barcelona. Imagen : Wikipedia
En la Mitología Catalana tiene unos rasgos especiales. El dragón es un elemento recurrente en los pasacalles y correfocs de todo el país. La Leyenda de Sant Jordi y el Dragón es emblemática, que se sitúa en Montblanc (Tarragona), así como la Leyenda del Dragón de Sant Llorenç del Munt (Barcelona) que, en el siglo IX, fue vencido por el conde Guifré el Pelós. Igual suerte corrio el Dragón de Vilardell que aterrorizaba Sant Celoni, entre Gerona y Barcelona, muerto por Soler de Vilardell . La “cucafera” dentro del bestiario popular catalán es un dragón monstruoso que tradicionalmente ha precedido la procesión del Corpus de algunas poblaciones catalanas.

Andalucia se distingue por la Leyenda del Lagarto de la Malena (o Lagarto de la Magdalena, o simplemente Lagarto de Jaén) es la más famosa de la capital jiennense. Según el mito, cuya primera referencia escrita data de 1628, en una cueva junto a la fuente de la Magdalena apareció un lagarto de grandes dimensiones (Gran Sierpe o Dragón), que atemorizaba a la gente y (dependiendo de la versión) se comía a quien iba a por agua o a las ovejas de los alrededores. Los vecinos de la Magdalena, asustados, no se atrevían a salir al manantial, por lo que buscaron una solución al problema del lagarto. Un pastor, harto de que el lagarto se comiera a sus ovejas, ideó una treta para acabar con el lagarto. Tomó a una de sus ovejas y la mató, sacándole parte de la carne y rellenando el pellejo con yesca encendida. El reptil, al oler el cordero ensangrentado, lo engulló y murió al abrasarle la yesca las entrañas. De  ahí el dicho de reventar como el lagarto de Jaén.
La «La sangre del lagarto» es un brebaje que se prepara en la ciudad el Día Oficial del Lagarto de la Magdalena. Se prepara calentando sin hervir vino tinto con tres clavos, canela en rama, azucar, cascara de limón o naranja y anís. Se puede tomar frío o caliente. Durante su preparación se recita el «conjuro del lagarto».
Conjuro:
Sal Dragón ventrudo, de fogoso hocico,
sal de tu cueva y danza como ser maldito.
Volcán de Jabalcuz escucha este duelo,
erupta tu fuego lanzándolo al vuelo,
Duendes y fantasmas venid a la sangre,
escupid el odio sin hacer vinagre.
Viento de Jaén, afila silbidos,
suenen al oído como alaridos.
Pastor, caballero, preso o guerrero,
lanza tus panes, prepara el cordero.
Enciende la yesca, trágate la pena,
¡Que reviente el Lagarto de la Magdalena!
Sugaar y Mari
Sugaar y Mari
En el Pais Vasco y Cantabria, Sugaar, también llamado Sugar o Maju es una deidad de la mitología vasca precristiana consorte de la diosa Mari capaz de cambiar de forma, tomando generalmente forma humana o forma de serpiente o dragón. Una leyenda vizcaína lo vincula al origen mitológico del linaje de los señores de Vizcaya. Según esta leyenda, una princesa escocesa refugiada en Mundaca tuvo un encuentro erótico con Sugaar, de donde nacería Jaun Zuria, primer señor mitológico (no histórico) de Vizcaya.

No hay que confundir a Sugaar con Herensuge, un enorme dragón de siete cabezas de la mitología vasca, mucho mas primario y diabólico. Volaba dejando un rastro de fuego, y haciendo un sonido aterrador. Se alimentaba de caballos y burros, y a veces raptaba seres humanos y los ahogaba, se los comía o, simplemente, los hacía enloquecer..

En las mitologías asturiana, cántabra y gallega, el cuélebre, culebre o serpe son los nombres dados a una criatura legendaria, , descrita como un ser con forma de dragón, similar a una serpiente alada.  Vive en los bosques, en las cuevas y en las fuentes de gran cavidad subterránea. Otras veces en las gargantas de los ríos y arroyos, alojándose en las covachas que suelen apreciarse en los recodos de las gargantas pétreas.  Ataca a las personas y a los animales. La escama que le cubre es tan dura que rechaza los impactos de las armas arrojadizas; únicamente se le puede dar muerte hiriéndole en los ojos o en una parte vulnerable de la garganta.

El mito es de origen griego, semejante al mito del dragón que custodiaba las manzanas de oro en el Huerto de las Hespérides, situado allá en un punto de la costa de las islas del océano Atlántico, las Islas Canarias. Este jardín se lo había regalado la diosa Gea o Tierra a la diosa Juno, y estaba custodiado por un dragón llamado Ladón. Hércules obligó al dios marino Nereo, levantándole de la tierra entre sus brazos, a que le revelara el lugar y su secreto. Nereo era hijo de la Tierra, y mientras la tocase con sus pies era invencible. Hércules mató al dragón y robó las manzanas de oro, las naranjas. 

 El artista y arquitecto  Antonio Gaudí, en su obra de la puerta de la finca Güell de Barcelona plasmo a Ladón,  el fiero guardián de la entrada del jardín de las Hespérides, que fue muerto por Hércules, según se relata en  L’Atlàntida de Jacint Verdaguer. Ese dragón imponente, de más de cinco metros de envergadura, con fauces y dientes recortados, alas de murciélago y cola en espiral, sorprende a los turistas por su ferocidad.

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Existe una historia sobre un cuélebre que supuestamente fue avistado en Felechosa, Aller, Asturias en 1965. Se dijo que entonces se había llevado a cabo la última batida oficial de la Guardia Civil contra este animal mitológico. La batida, en tono festivo, habría culminado con una espicha que un empresario local, Luciano Tejón Muñiz, organizó para las autoridades y para motivar con ello a que los periodistas con sus artículos atrajeran el turismo a esta localidad. Pero como diría uno de los vecinos Manolo Tejón “hubiérayos dio meyor sin hubieran discurrío algo con la Virgen del Carmen como fizieron en Lourdes, o Fátima”.

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