domingo, 6 de septiembre de 2015

La Leyenda de Amergin



Maestro de una ciencia divina, penetraba el secreto más profundo de las fuerzas de la naturaleza, descubriendo sus leyes. Así se convertía en un ser idéntico a esas fuerzas. El poeta, pues, era la palabra de la ciencia, “el Dios que concede al hombre el fuego del pensamiento”. La encarnación visible de todo lo que la naturaleza encerraba. El poeta así era hombre, árbol, águila, planta, palabra, espada, el brazo del guerrero y hasta una lágrima del sol. El poeta era el viento, las olas del lago, el animal salvaje. El ser universal.
 
La saga de Amergin, cuenta del historia de manera muy pintoresca, resulta que este líder venía con los Milesios, desembarcó con el pie derecho sobre la tierra de Irlanda, entonces cantó:
“Yo te invoco tierra de Irlanda, mar brillante, brillante, montaña fértil, fértil, bosque accidentado, río lleno, lleno de agua, lago rebosante de peces, rebosante de peces!”
 
Tres días más tarde, comenzó el combate y según la leyenda, los hijos de Mile se pusieron en marcha hacia el noroeste, donde se encontraron con la reina Banba, la cual les dijo: “Si habéis venido a conquistar Irlanda, la expedición no es justa” a lo que Amergin le respondió “Ciertamente hemos venido a eso”; entonces, concedeme que la isla lleve mi nombre, replicó Banba. a lo que respondieron “esta isla llevará vuestro nombre”. Un poco más adelante se encontraron con la nueva reina, Fotla, que hizo el mismo pedido que la anterior y Amergin por su parte, le hizo la misma promesa. Cuando llegaron a Uisnech, centro de Irlanda, los hijos de Mile se encontraron con Eriu, a tercera reina, quien les dijo: “sean bienvenidos, llegais de lejos y esta isla les pertenecerá para siempre. Ninguna raza será más perfecta que la vuestra. “he aquí una profecía” reflexionó Amergin.
 
Eber Dond, el mayor de los hijos de Mile repuso: “no es a vos a quien debemos agradecimiento, sino a nuestros dioses y a nuestro propio poder, que nos dará la victoria” a lo que Eriu respondió “lo que anuncio carece de interés para ti, porque no disfrutarás de esta isla, ni pertenecerá a tus descendientes”. Y finalmente pidió lo mismo que las otras dos reinas, que la isla llevara su nombre.
Por fin los Milesios llegaron a Tara. Allí encontraron a los tres reyes, quienes solicitaron un plazo para deliberar acerca de si ofrecerían combate o entregarían un tributo. Pero en realidad, lo que pretendían era aprovechar esa demora para que sus druidas pudieran preparar los encantamientos que los convirtieran en invencibles, cosa que no habían podido hacer por lo inesperado de la invasión.
 
Los druidas apelaron a todo su poder y comenzaron a elevar sus cantos y poemas mágicos. Muy pronto los resultados estuvieron a la vista de todos, ya que un imponente viento se desató, empujando a la flota de los Milesios hacia mar abierto. Eber Dond reconoció que debía ser un “viento druídico” y ordenó que alguien trepara a lo alto del mástil para que comprobara si allí también soplaba. Se comprobó entonces que allí arriba no soplaba viento alguno, por lo cual Eber Dond dijo a Amergin que esto era una vergüenza para los sabios de la flota. Amergin entonces cantó su plegaria a la tierra de Irlanda, para contrarrestar la magia de los druidas adversarios. No bien terminó , los vientos comenzaron a soplar de manera favorable.
 
Tras vencer la magia de los druidas y tras el cambio operado a partir de la intervención de Amergin, Eber Dond interpretó esta última como una señal de éxito asegurado y expresó: “Golpearé con la lanza y la espada a todos los habitantes de Irlanda”. Fue apresurado su error, pues cuanto pronunció estas palabras, el viento comenzó de nuevo y una gran tormenta se desató, los navíos se dispersaron y muchos naufragaron; toda su tripulación pereció y entre ellos Eber Dond, tal cual lo había predicho Eriu. Los que se salvaron desembarcaron.
 
La nueva batalla se desató en Taltiu, donde se celebraba el día de Lug. En dicha batalla, los Tuatha de Danann fueron derrotados y se refugiaron en las colinas, donde habitaron en maravillosos palacios. Se dice que recorrían la superficie, invisibles a los hombres, a quienes según las circunstancias prestaban buenos servicios o malas bromas. Cuando querían adoptaban formas visibles, y entonces sus acciones aparecían desprovistas de misterio.  Y aquí volvemos a la historia de la partición. Los hijos de Mile tomaron posesión de Irlanda, y muerto Eber Dond, los dos hermanos menores se disputaron el poder. Amergin determinó que el rey sería el mayor, y que una vez muerto lo sucedería Eber Find. Pero éste se negó a someterse a la sentencia, y exigió la partición de la isla inmediatamente. Pero poco tiempo después, Eremon, Eber Find se enfrentaron en una batalla en la que el menor pereció, y Eremon se convirtió en único rey de Irlanda.
 

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