sábado, 28 de febrero de 2015

La leyenda escocesa de “Redcap”, el morador de las ruinas

Escocia esconde en sus verdes parajes una historia teñida de sangrientas batallas, un orgullo patrio y múltiples leyendas que dan forma a sus montañas, a sus valles. También a esos bosques donde duendes, hadas y demonios bailan por igual en una dimensión invisible para los hombres.
Si te gustan los cuentos de terror y esas inquietantes historias que se cuentan en las frías noches de invierno, tras haber cenado un buen haggis y una exquisita cerveza negra, no te pierdas lo que hoy tenemos para ti…

El terrible duende del gorro rojo

Se le conoce como Redcap o Dunter y no es más que un duende, pero que no te engañe su pequeño aspecto, porque este ser es quizá el más malévolo y sanguinario de la historia de Escocia. Habita a lo largo de la extensa frontera entre Escocia e Inglaterra, ahí donde se encuentran múltiples castillos en ruinas.
Son muy pocos los que se mantienen en buenas condiciones y la mayoría son testimonio de un pasado bélico, ahí donde sus muros desdentados y cubiertos por el verde musgo, cuentan aún parte de la historia que edifica este país. El viento sigue ululando sobre ellos en los días de invierno como intentando afinar una canción de indefinible tristeza que muy pocos saben escuchar. Sólo un ser diminuto logra entender el lenguaje de los elementos, porque él, Redcap, es el encargado de vigilar todas estas ruinas que se extienden en esta frontera.

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Pero el afán protector de Redcap no tiene límite ni entendimiento. Es salvaje. Salvaje como el viento y el rumor del océano. Y le gusta matar. Es por ello que no tiene piedad alguna con los viajeros, con cualquiera que se pierda por esas inmediaciones o que se atreva siquiera a tocar una roca de los muros de estos castillos. Asesina con salvajismo y recoge la sangre de los fallecidos con su gorro, de ahí su nombre “Gorra roja”.
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¿Quieres saber qué aspecto tiene este malévolo ser? Es bajito y muy corpulento. Luce un alborotado cabello gris y en lugar de manos, tiene una especie de zarpas muy semejantes a las de las águilas. Sus ojos son como las ascuas de un fuego apagado, pero no te confíes, porque en ellos aún reside el brillo ígneo si uno se atreve a hacerlo enfadar. En sus pies lleva unas botas de hierro y en su mano trae siempre una especie de vieja pica con la que golpea hasta la muerte a sus víctimas. Y no, no podrás hacer nada para reaccionar a su ataque, porque Redcap tiene la fuerza de mil hombres y la rabia de mil bestias. Sólo ansía quitarte la vida y recoger después tu sangre con su sombrero.
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Pero, ¿de verdad no hay modo alguno de defendernos ante este horrible duende? Con una cruz y recitando algún pasaje de la biblia. Porque Redcap es también como una especie de vampiro impío al que espantar con el símbolo sagrado y cuando lo hagas, lo verás desaparecer dejando en el ambiente únicamente la estela de su boca detestable, donde asoman dos afilados colmillos. Espeluznante, ¿verdad?
Se sabe que uno de los castillos que suele guardar es el de “Hermitage”. Allí sirvió como espíritu familiar para tiránico Lord William Soulis, y fue éste quien le pidió antes de su muerte, que cuidara de sus tierras, de su hogar y de sus utensilios como nigromante. Así que ya sabes, si alguna vez visitas esta parte de Escocia, o cualquier castillo que haga frontera con Inglaterra...¡Recuerda llevar una cruz!
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Castillo de Hermitage, Escocia

jueves, 26 de febrero de 2015

Dioses Tobas


Su panteón de dioses era rico en historias y variado en atributos. Presentamos algunos de las deidades de los Tobas, las cuales nos hablan de su grandeza pasada, de su visión de la tierra y el cosmos.

- K´ata: es el dios supremo de los Tobas. Vive en las alturas desde donde ve y oye todo lo que pasa en las tierras. Nadie conoce su figura, por lo que se supone incorpóreo. A él le ruegan los que salen a batallar, o los que van de caza. Vive desde siempre y para siempre.
- Payak: es el espíritu del mal. Siente placer absorbiendo la sangre de los que están enfermos hasta matarlos. Se dice que es el responsable de todas las muertes que ocurren, excepto de aquellas que son ocasionadas por la guerra. Cuando un enfermo se cura es porque Payak se ha alejado de la persona y lo deja tranquilo. También penetra los cuerpos de las personas para tomar sus almas. Lo hace en forma de alacrán o de lagarto, y es el shamán de la tribu quien debe expulsar el espíritu invasor.
- Nowet: es el Señor de los Animales Terrestres. A él obedecen todos los seres vivos que viven sobre la superficie de la tierra, pero también la naturaleza que produce tormentas, o sequías según los deseos del dios. Es ayudado en sus labores por pequeñas mujeres llamadas Washí. A Nowet se le atribuye la forma de una constelación, aunque posee una gran capacidad para metamorfosearse. Puede hacer el bien tanto como el mal, lo que le da cierto aspecto de justiciero, sobre todo cuando castiga a aquellos cazadores que matan más de la cuenta.
- Nalah: curiosamente, y a diferencia de casi todas las culturas del mundo, es la deidad que representa al Sol, pero es de carácter femenino. Tiene dos cabañas, una que deja al amanecer para caminar los cielos del mundo, y la otra que está en el inframundo, lugar que recorre por las noches dando calor a los muertos. Durante las épocas estivales, y desde el solsticio de verano, es una joven, pero en los días de invierno, es una vieja que apenas puede con su cuerpo y marcha penosamente.
- Kalk´rroik: es la luna de los Tobas, de características masculinas. Se lo representa como un ser de gran barriga, algo transparente que deja traslucir sus intestinos azulados. Alumbra el mundo en las noches montado en un burro porque así lo dispuso K´ata. A veces desaparece porque se muere, pero resucita a lo dos o tres días y vuelve a recorrer los cielos nocturnos. También suele visitar vestido de viejo a las mujeres de las tribus para avisarles que al día siguiente les vendrá el período.
- Tanqui: héroe mítico de los Tobas. A él se le adjudica el robo del fuego que entrega a los hombres, como si fuera una especie de Prometeo del sur. Todas las aventuras y proezas que se le adjudican son positivas.
- Danaik: es el dios de los avestruces. Los cuida y no permite que nadie los cace sin una necesidad real de comida.
Estos son algunos de los dioses de los Tobas que nos hablan de esta cultura que tuvo su esplendor, y que hoy sobrevive entre tanta modernidad que las asfixia.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Ojancano

De entre todos los seres extraordinarios que pueblan las montañas, valles y bosques cántabros... de entre los mitos que vivieron o viven en tierra española... de entre todos los monstruos que cautivan y atormentan la imaginación... de entre los ogros que atormentan a los niños y amedrentan a los hombres... de entre todos los símbolos del mal, la crueldad y la brutalidad, aquel que sobrepasa a todos por su estatura, fuerza, fiereza, monstruosidad y perversidad es el Ojáncano, salvaje habitante de las profundas y tétricas cavernas perdidas en los más recónditos parajes de la Montaña. El Ojáncano, sólo abandona su guarida por la noche... para salir a sus diabólicas y destructoras correrías.
Nos encontramos ante un descomunal gigante, tan alto como los árboles más altos del bosque y más robusto que los duros peñascos que sostienen las montañas. Sus pies... enormes y descalzos, dejan en prados y caminos unas huellas que son inconfundible señal de alarma. Tiene diez dedos en cada pie, terminados cada uno de ellos en una uña acerada y potente.
Su barba enmarañada oculta la parte delantera de su cuerpo y en ella, entre pelos bermejos y gruesos, encontramos un inconfundible pelo blanco. Este pelo blanco es el punto débil del Ojáncano: si alguien consigue arrancárselo, el poderoso gigante morirá inmediatamente.


Por encima de la barba se eleva la cabeza grande y horrible, donde distinguimos sus fauces escalofriantes y sanguinarias, su narizota enorme... y su único ojo bajo la frente. Se trata de un ojo gigante, un ojo enorme y brillante como un ascua, ojo de mirada siniestra y feroz, ojo agudísimo que lo ve todo por muy distante que esté, ojo que hay que cegar para poder acercarse a arrancar el pelo blanco de la barba.
Todas las maldades del monte son obra del Ojáncano: aun cuando no está enfadado ciega las fuentes, resquebraja los árboles más útiles, arranca el pelo a las vacas, esparce el heno amontonado, vuelca los carros, atraviesa troncos en los caminos, derriba cercas y tapias, rapta mozas e incluso princesas...  No se sabe exactamente cuántos Ojáncanos y Ojáncanas han existido o existen en los inaccesibles montes cántabros, pero sí se sabe que algunas cavernas en las que vivieron o viven llevan su nombre... Sólo seres sobrenaturales, como un duende o una Anjana, pueden proteger a los hombres del Ojáncano y castigarlo.

lunes, 23 de febrero de 2015

Draugr

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Es una criatura clasificada como un no muerto en la mitología nórdica. Los draugar poseen fuerza sobrehumana, pueden crecer de tamaño a voluntad y llevan consigo el hedor inconfundible de la decandencia. La habilidad de crecer a voluntad es proporcional al incremento de peso, y el peso de un draugr se describe como extremadamente pesado. También destaca su capacidad de levantarse de la tumba con apariencia de humo y moverse a través de roca sólida, lo que sería útil para salir de sus tumbas

domingo, 22 de febrero de 2015

Monstruo de las Cavernas — Sierpe de Peñacastillo



Se trata de una serpiente mitad hombre, terrorífica...
Se cuenta que el monarca más poderoso de Europa, Felipe II, creyó que la Cueva del Tesoro de Peñacastillo albergaba un gran depósito de perlas y riquísimas joyas... custodiadas por esta sierpe.
  
El rey costeó una expedición dirigida por un mago italiano... para que este conjurase al monstruo... pero la aventura concluyó con la fuga precipitada del encantador al llegar al antro...

viernes, 20 de febrero de 2015

Lamia, la vampira de la mitología griega

Lamia, dama seductora y de belleza excitante. Una mujer peligrosa hija de Poseidón y Libia, que fue capaz de cautivar incluso al todopoderoso Zeus. En ocasiones, se habla de ella como si se tratase de un monstruo y es que su apariencia cándida se entremezcla con la sagacidad de un depredador, de un cazador habituado a alimentarse de niños y de amantes que se rendían a sus pies.

La vida de Lamia tuvo durante un tiempo un transcurso normal, pero su maldición llegó el día en que Zeus se enamoró de ella, alzando los irrefrenables celos de la Diosa Hera, poco acostumbrada a los continuos desaires de su adúltero marido. Su castigo fue terrible: mató a sus hijos y la condenó a no poder cerrar nunca más sus ojos, de modo que la imagen devastadora de sus propios hijos fallecidos permaneció por siempre en su memoria…

Afortunadamente, Zeus, apiadándose de su amante, le permitió poder tener el don de quitarse los ojos cuando deseara para descansar. Pero el mal ya estaba hecho y Lamia no podía evitar castigar a los hijos de otras madres llevada por una envidia desproporcionada. Les arrancaba la vida y chupaba su sangre.

Lamia, la reina de Libia

Una vez castigada por la Diosa Hera, Lamia volvió a Libia donde, se dice, que fue nombrada reina. Según algunas tradiciones, uno más de sus castigos fue su facultad para transformarse en serpiente, reptando por el suelo como una alimaña. Este es un aspecto que no aparece de forma unánime en todas las culturas, pero algo en lo que sí se coincide es que Lamia empezó a sentir tanta envidia de las madres que cuidaban de sus hijos, que aprovechaba las noches para entrar por las ventanas y sacrificar a las criaturas alimentándose de su sangre.

Llegó un momento en que, sencillamente, empezó a disfrutar de ello. Tanto es así que era muy común entre las madres griegas y romanas el amenazar a sus hijos diciéndoles que, si no se portaban bien, la reina Lamia vendría a por ellos para llevárselos. En muchas representaciones Lamia aparece en forma de serpiente, abrazando y chupando la sangre de los niños. Otros artistas, de corte más romántico, la pintaron envuelta de una dulce candidez, hipnotizando a nobles caballeros.

En muchas culturas se la conoce como “La llorona” o la reina “Lamiak”, esa presencia a la que se oye llorar desde la lejanía y que, cuando menos se espera, logra introducirse en los hogares de la población para llevarse a sus hijos. Se la teme y se elaboran muchos tipos de amuletos que se colocan en las cunas de los bebés y en las ventanas de las habitaciones. Medidas que muchas veces no son efectivas, porque es común que se haga pasar por una inocente muchacha que busca algo de comer en las noches frías de invierno. Una vez invitada al interior del hogar, la Lamia se transforma en serpiente y consigue la sangre de toda la familia.

Ella, con su fascinante estela de misterio y sensualidad, se alza como uno de los primeros antecedentes del vampirismo moderno. Lamia en la tradición grecorromana, Lilith en la cultura hebrea… muchos nombres para una sola imagen tan aterradora como interesante…

jueves, 19 de febrero de 2015

Son una variante de las Xanas, pero se diferencian primordialmente en que se tratan de seres humanos. Son hermosas doncellas que son llevadas al mundo de los elementales por poseer alguna cualidad extraña a nuestro entendimiento. Generalmente su misión es la de guardianas de los tesoros de las grutas, junto con el temible Cuélebre.
Estas jóvenes sienten al principio una gran tristeza por no estar con los suyos y la expresaban cantando bellas y enigmáticas canciones en la entrada de las cuevas, este canto atraía a los pastores y viajeros que pasaban por las cercanías, y si la Ayalga aun tenia naturaleza humana le avisaba de los peligros de despertar al Cuélebre que dormitaba en el interior. Ellas pueden conseguir volver a su vida humana, pero no hasta que el visitante consiga matar al dragón.
Aun hoy se recuerdan historias de encuentros de pastores con estos seres, en los que la dama enamoraba y explicaba al visitante como conseguir los valiosos tesoros del interior, una vez logrado regresaban al pueblo y la Ayalga se casaba con el hombre mortal y perdía todos los poderes que los espíritus de la Naturaleza le habían otorgado, como su bella voz y el entendimiento del lenguaje de animales y plantas, a su vez olvidaba para siempre sus recuerdos de convivencia del reino de las hadas. Sin embargo esto no sucedía siempre y el paso del tiempo diluía su naturaleza mortal, convirtiéndose en seres inmortales.
La Ayalga también se cree que es una mujer encantada que habita en las ruinas de antiguos palacios o en oscuras cavernas, prisionera de los cuélebres y que vive consumida en su tristeza, victima de los encantamientos. Su existencia esta ligada a las tradiciones de la noche de San Juan. La Ayalga, aprovechando el aletargamiento de los Cuélebres en esa noche, se manifiesta a los hombres en forma de luces o fuegos. El hombre que los apague con una rama de sauce podrá contemplar como surge de las cenizas una mujer, de una hermosura deslumbrante, que le ofrece su amor y los riquísimos tesoros que esconde en sus ocultos palacios.
Sobre las Ayalgas se recogen algunos detalles curiosos: los Cuélebres huyen al verla desencantada, coincidiendo con la hora del alba; ella conduce a su desencantador cogido por uno de los extremos de su ceñidor, descrito con frecuencia como hecho de bellas flores silvestres; se la representa con largas melenas; su encantamiento es un castigo impuesto por sus pecados. En el mejor de los casos el relato termina en un feliz matrimonio.
Son hermosas, pero menos que las Xanas. Su belleza es terrena sin nada diabólico. En definitiva, pertenecen al grupo de mujeres encantadas obligadas a vivir en misteriosos palacios llenos de grandes riquezas, guardados por horrorosos cuélebres (enormes culebras con alas) que parecen escapados del amplio catálogo de los reptiles prehistóricos.
Así como la mañana de San Juan es propicia al desencantamiento, la noche de San Juan también lo es y por ello las Ayalgas, que constantemente suspiran por su libertad perdida, comprueban en ésa noche cómo se adormecen sus vigilantes guardianes, y, entonces, ellas atraen a los hombres por medio de unas lucecitas azuladas, bastando que alguno de ellos las toque con una rama de sauce verde para romper el encanto, lo cual motivará el que la desencantada, agradecida, suelte su ceñidor y conduzca al mozo al castillo, dueño de ella y de los fabulosos tesoros.

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